Diferencias entre un periodista asalariado y un periodista independiente
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Por Andrés Castillo
Santo Domingo--En la actualidad, el ejercicio del periodismo se enfrenta a múltiples desafíos, no solo por la rapidez con que circula la información, sino también por las crecientes exigencias de una ciudadanía que, en ocasiones, desconoce las dinámicas internas que rigen la labor periodística.
Una confusión común, y que suele desencadenar críticas e insultos infundados hacia periodistas, es la creencia de que todos están obligados a denunciar o informar sin reservas sobre cualquier hecho, sin importar las circunstancias que los rodean.
Esta percepción, aunque comprensible desde la óptica del ciudadano común, ignora una realidad crucial: no todos los periodistas se encuentran en las mismas condiciones para ejercer su labor con total libertad.
La diferencia entre un periodista asalariado y un periodista independiente es sustancial, y es clave para comprender muchas de las decisiones editoriales que se toman o no se toman en los medios de comunicación.
El periodista asalariado: entre la ética y la estructura corporativa
El periodista asalariado, como su nombre lo indica, trabaja bajo contrato para una entidad, ya sea un medio privado o un organismo estatal. Esto implica no solo una relación laboral directa, sino también un marco de obligaciones, responsabilidades y, sobre todo, lealtades corporativas.
Aunque la ética periodística exige objetividad, transparencia y compromiso con la verdad, la práctica no siempre permite que estos principios se apliquen con total libertad.
En muchos casos, el periodista asalariado se enfrenta a restricciones impuestas por la línea editorial del medio, las decisiones de sus superiores o las políticas de comunicación del empleador. Esto no significa que se traicione la verdad, sino que denunciar ciertas irregularidades internas puede poner en riesgo su estabilidad laboral.
Por tanto, no es correcto exigirle a estos profesionales que actúen como activistas o denunciantes cuando hacerlo puede representar consecuencias graves, no solo para su carrera, sino también para su seguridad personal y familiar.
El periodista independiente: libertad y responsabilidad personal
En contraste, el periodista independiente no responde ante una estructura empresarial ni a un empleador directo. Su único compromiso es consigo mismo, con su conciencia profesional y, en muchos casos, con su audiencia directa.
Este tipo de periodista ya sea freelance, creador de contenido digital o colaborador ocasional tiene mayor margen para decidir qué investigar, cómo abordar los temas y a quién señalar, sin temor a represalias laborales.
No obstante, esta libertad también viene acompañada de grandes retos: ausencia de ingresos estables, falta de respaldo legal o institucional, y en muchos casos, exposición directa a amenazas por parte de los actores que denuncia.
Aun así, muchos prefieren esta independencia porque les permite mantenerse fieles a sus principios, incluso si eso significa asumir mayores riesgos personales.
Una realidad que merece más comprensión
Aunque hay excepciones en ambos casos periodistas asalariados que logran actuar con gran libertad, o independientes que terminan respondiendo a ciertos intereses, la regla general es clara: las condiciones laborales afectan directamente la capacidad del periodista para informar con autonomía.
Por ello, es fundamental que la sociedad comprenda estas diferencias antes de lanzar acusaciones injustas o exigir actos heroicos a quienes muchas veces trabajan en condiciones complejas y precarias.
El periodismo es, ante todo, un servicio público, pero también una profesión que, como cualquier otra, se rige por dinámicas humanas, laborales y económicas.
Más que atacar a los periodistas, deberíamos apoyar la libertad de prensa y exigir a los medios estructuras más transparentes y comprometidas con el bien común. Solo así lograremos una prensa más libre, más responsable y más útil para la sociedad.
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